Dicen que hay historias que te cambian la vida y que esas historias son las más difíciles de contar, puesto que, para entenderlas, debes vivirlas.
Era el 28 de noviembre del 2015 cuando pisaba África por primera vez en la vida. Lo que no sabía en ese momento, es que África había venido para quedarse.
Sinceramente en ese primer viaje tenía miedo a lo que nos íbamos a encontrar, era algo totalmente desconocido para mis compañeros y para mí.
Una vez el avión abre la puerta y sales, entiendes que África tiene un olor inconfundible, ese olor no se olvida nunca.
¿Tenía miedo? Por supuesto que sí y el que diga que la primera vez que visita África no tiene un poco de miedo, es mentira, la diferencia es que los habitantes del lugar hacen que tu miedo desaparezca en cuestión de segundos, “En Gambia no pasa nada” es su frase por excelencia.
Por delante nos quedaban 7 días apasionantes, 7 días que cambiarían nuestra forma de ver la vida por completo. Llegamos con el entusiasmo de cambiar el mundo, pero lo que no sabíamos es que ellos serían los que nos cambiarían a nosotros.
Y tanto que África me cambió, este viaje me marcó para aprender que las pequeñas cosas son aquellas que más importancia tienen. Que no vale todo por conseguir lo que queremos y que la unidad siempre te hace más fuerte que intentar caminar solo.
Podría contar muchas anécdotas que he vivido en África. Desde contemplar cómo se guardaban paquetes de galletas para repartirlos con la comunidad, ver como realmente ser agradecidos se convierte en algo más que un valor o incluso como llevar tu imaginación a la máxima exponencial para sacar juguetes donde solo hay arena.
África tiene su encanto, pero su gente, es la que la hace grande.
Aún recuerdo esa semana con gran añoranza, pero si tuviera que quedarme con uno de los muchos recuerdos seria con esa sonrisa que te encontrabas en cualquier esquina, esa sonrisa que de verdad te hace ver que la felicidad puede existir.
África te enseña a descubrir a ese yo que tienes escondido, al que no quiere salir por miedos o temores, o simplemente a ese yo que todavía no te has atrevido a descubrir, desconectado de la tecnología, cocinando al más puro africano y adaptándote al entorno en todas sus facetas. Sin duda alguna África saca lo mejor de ti a relucir.
Y para terminar este pedacito de historia de África, en mi vida no me gustaría dejar de responder esa pregunta que me hacen siempre que hablamos de esta hermosa aventura.
¿Pero y cuándo vuelves a la realidad no sufres por lo que dejas allí?
Y siempre respondo con una frase que tuve la posibilidad de escuchar en mí primer viaje a Gambia.
“Recuerda que aquí, sin nada, hay gente que es mucho más feliz que allí teniéndolo todo”.
Esto es África.
Gracias.